miércoles, 15 de mayo de 2019

REFLEXIONES EN EL SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN - ACCIÓN

Hace ya algunos meses, en una de las reuniones ordinarias en el seminario de investigación-acción, surge el debate sobre la profesinalidad y responsabilidad en las actuaciones del rol adulto.

Parece ser que existe un acuerdo unánime en generalizar que dentro de la escuela la figura del adultos está en una situación de poder con respecto a la de los niños y niñas. Esta pocisión es muchas veces utilizada (consciente o insconcientemente) para atentar contra los derechos de la infancia. 

Por estos motivos, compartimos estas reflexiones ¿qué os parece a vosotras?

¿Hay algunos comportamientos que no se deben permiten realizar a los adultos dentro de las escuelas? ¿Hay límites inaceptables? ¿Formas de actuar que no tienen cabida?

Son preguntas que se generan en una conversación entre educadoras y que abren un dialogo de las diversas interpretaciones que encierran saberes y emociones que cada una de nosotras vivimos en muestra práctica.

“Cada persona tiene su propio proceso, al igual que respetamos los procesos de las criaturas también podemos respetar los procesos de los adultos con los que compartimos y convivimos  la práctica educativa”

Tal vez cada  educador  y educadora estemos en diferentes procesos pero no podemos compararlos con las criaturas por 2 razones:

1. Los niños y niñas acuden a la escuela no por su elección sino por la elección de otros, mientras que los educadores y educadoras eligen estar allí por convicción y deseo.

2. Los niños y niñas son vulnerables mientras que los adultos están en situación de poder respecto a los niños y niñas”.

Se establecen silencios en la conversación que se intercalan con diversas voces que necesitan intervenir, aclarar posturas, hablar de sus creencias, sacar de dentro lo que les daña y les conmueve. 
Regresa el orden y de nuevo una voz interviene:

“Tendrían que establecer líneas en las escuelas que dejen claro aquello que no se puede hacer, hay cosas que no se pueden justificar con una metodología o la tan manida libertad de cátedra pues se basan en relaciones tóxicas que hacen daños a los niños y niñas pero también a los adultos que tienen que presenciarlas y vivirlas. MUCHAS VECES GANAN LOS MALOS Y YO OPTO POR CALLARME PORQUE NO PUEDO, ME SIENTO SOLA Y NO PUEDO COMPARTIR ESTO  MAS QUE CON ALGUNAS PERSONAS QUE COMO YO VEN ESTA REALIDAD.OTRAS VECES SE TAPA  A ESTAS PERSONAS”.

La evaluación docente como una herramienta potente para poder ayudar a la mejora y a la detección de estas líneas que no se pueden traspasar.

¿Y cómo establecer los límites? ¿Qué herramientas utilizamos para ello?

Los derechos humanos y de la infancia nos dan el límite para no traspasar, elaborada por representantes de todas las regiones del mundo con diferentes antecedentes jurídicos y culturales, es un ideal común para todos los pueblos y naciones. Tal vez debería ser el ideario de las escuelas.

“No podemos mirar para otro lado, debemos hacer algo porque hay ejemplos en la sociedad de situaciones en las que no se interviene y se mira hacia otro lado, seguramente por miedo  a las consecuencias, claro se instaura la política del miedo, porque el miedo paraliza la acción y coarta la libertad, no nos deja actuar”.

“Solas no podemos ,tenemos que crear redes que nos ayuden, nos aliente y nos protejan ante las situaciones que vivimos, sabemos, sentimos y creemos que no están respetando los derechos de los otros, que están utilizando la superioridad para ejercer acciones con los niños y niñas que les dejan indefensos, maltrechos y dañados”.


¿Cómo creamos redes?  

Sabemos que todo el mundo tiene poder para transformarse, que puede cambiar si lo deseamos y alguien nos acompaña en el proceso, haciéndonos ver aquello que no es posible tolerar.
La conversación nos ha llevado por el camino de la acción ante las reflexiones, por ello una compañera describe:

“Mi forma de transformar es, ir sirviendo de modelo, de otra manera de hacer las cosas, dar lecturas que den otra visión y que abran los ojos a otras formas con otros fondos, insistir en ello y perseverar para transformar, trato de que el cambio se genere desde las personas, he de reconocer que el cambio es lento pero se llega a él”.


Otras transformaciones:
En las escuelas se están llevando a los claustros el uso del móvil por parte de los docentes, empezando a tenerse en cuenta  los abandonos que sufren los niños y niñas, la poca profesionalidad que muestra el uso de estos dispositivos, las quejas de las familias y compañeros y compañeras,…

 “A mí me molesta la forma grupal de tratarlo, metiendo en el mismo saco a quien lo hace de forma sistemática con quien no lo ha hecho nunca, deja de nuevo el mismo trato para quien no tiene un  comportamiento aceptable con aquel que lo tiene, de nuevo nos sentimos solas y no entendemos que sea nuestra responsabilidad decir a la compañera o compañero que el uso del móvil no está aceptado en el colegio ¿tenemos esa responsabilidad?”

De nuevo la respuesta es la misma: solas no, si todo el mundo nos respaldásemos para decir eso aquí no se acepta, da igual si es un móvil en el patio o el aula, un chillido, un meneo, un comete todo lo que tienes en el plato, un es que siempre eres el mismo o la misma,…mejoraríamos, mejoraría nuestra práctica haciéndonos mejores personas y mejores profesionales y lo más importante daríamos un modelo a los niños y niñas muy distinto, porque verían que hay personas que se posicionan, que ayudan a quien lo necesita, que les auxilian en situaciones donde se sienten vulnerables e indefensos,…

Una compañera asemeja esta situación con otras representadas en la sociedad donde una persona agrede a otra, y quienes están a su lado no hacen nada, absolutamente nada por pararlo, evitarlo,…y así se produce La ley del silencio u omertá (código de honor siciliano que prohíbe informar sobre las actividades delictivas consideradas asuntos que incumben a las personas implicadas). También habla de las consecuencias de hablar y contar y el no te metas en los asuntos de otros porque puedes salir mal parado.

El dialogo finaliza pero no la reflexión individual, hoy nos hemos transformado porque hemos compartido un problema común y esto hace que nos volvamos más sensibles ante estas situaciones, aunque todavía no tengamos la red necesaria, sabemos que somos muchas y muchos los que piensan igual, que la infancia se merece personas y profesionales que tengan “las cualidades indispensable para el mejor desempeño de las maestras y maestros” (Freire, Cartas a quien pretende enseñar, carta 4):

La humildad, que de ningún modo significa falta de respeto hacia nosotros mismos, ánimo acomodaticio o cobardía. Al contrario, la humildad exige valentía, confianza en nosotros mismos, respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.

Un "amor armado", un amor luchador de quien se afirma en el derecho o en el deber de tener el derecho de luchar, de denunciar, de anunciar.

La valentía de luchar al lado de la valentía de amar…hay miedo sin valentía, que es el miedo que nos avasalla, que nos paraliza, pero no hay valentía sin miedo, que es el miedo que, "hablando" de nosotros como gente, va siendo limitado, sometido y controlado.

La tolerancia…Ser tolerante no significa ponerse en connivencia con lo intolerable, no es encubrir lo intolerable, no es amansar al agresor ni disfrazarlo. La tolerancia es la virtud que nos enseña a convivir con lo que es diferente, a aprender con lo diferente, a respetar lo diferente.

La capacidad de decisión de la educadora o del educador es absolutamente necesaria en su trabajo... Decisión es ruptura no siempre fácil de ser vivida. Pero no es posible existir sin romper, por más difícil que nos resulte romper…Hay muchas ocasiones en las que el buen ejemplo pedagógico, en la dirección de la democracia, es tomar la decisión junto con los alumnos después de analizar el problema. En otros momentos en los que la decisión a tomar debe ser de la esfera de la educadora, no hay por qué no asumirla, no hay razón para omitirla.

La tensión entre la paciencia y la impaciencia. Ni la paciencia por sí sola ni la impaciencia solitaria. La paciencia por sí sola puede llevar a la educadora a posiciones de acomodación, de espontaneísmo, con lo que niega su sueño democrático. La paciencia desacompañada puede conducir a la inmovilidad, a la inacción. La impaciencia por sí sola, por otro lado, puede llevar a la maestra a un activismo ciego, a la acción por sí misma, a la práctica en que no se respetan las relaciones necesarias entre la táctica y la estrategia. La paciencia aislada tiende a obstaculizar la consecución de los objetivos de la práctica haciéndola "tierna", "blanda" e inoperante…La paciencia sola se agota en el puro blablá; la impaciencia a solas, en el activismo irresponsable. La virtud no está, pues, en ninguna de ellas sin la otra sino en vivir la permanente tensión entre ellas”.

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